En las últimas semanas el Gobierno mexicano encabezado por Andrés Manuel López Obrador en varias ocasiones fue criticado por las acciones que toma el país para frenar el contagio de virus COVID-19.
En particular, diversas voces acusan que el presidente no ha tomado con la seriedad suficiente el crecimiento de los casos. Pese que a lo largo del fin de semana la cantidad de personas contagiadas se haya duplicado y llegado hasta 316 casos confirmados hasta el 23 de marzo, el gabinete de Salud, así como su portavoz, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, han optado por mantener la fase 1 de la contingencia.
Aunque las actividades diarias de la población comenzaron a verse afectadas desde el lunes 23 de marzo, con el inicio de las vacaciones de Semana Santa en las escuelas, así como el cierre de cines, bares y otros escenarios de concentración masiva en la Ciudad de México, López Obrador ha invitado a la población a salir de sus casas y «seguir haciendo una vida normal».
La contradicción entre ambos mensajes podría responder a las preocupaciones económicas que existen por las afectaciones derivadas de la pandemia. Entre el cierre parcial de la frontera Estados Unidos-México, la caída del peso frente al dólar y la pérdida de ingresos en industrias como el turismo —los hoteleros en el Caribe mexicano informan que en la última semana ocupación descendió hasta en 76%—, las previsiones de crecimiento anunciadas anteriormente por el Gobierno se ven cada vez más lejanas.
En opinión del politólogo Edgar Ortiz Arellano, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), esta situación ha llevado a López Obrador a priorizar un mensaje de tranquilidad ante la situación sanitaria. «El Gobierno federal tiene un criterio económico, porque está consciente de que la parálisis del país llevará al corto o mediano plazo a una crisis severa», comentó.
Por su parte, el doctor Enrique Gutiérrez Márquez, director del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, consideró que el mensaje del Gobierno de México pretende llamar a la prudencia.
«Sí hay que tomar medidas, pero las fases para incrementar las medidas de precaución están ahí. El ejemplo que López Obrador trata de poner es de que la vida tiene que seguir y que se debe tratar de que las economías locales o familiares no se vengan abajo con el cierre de actividades», subrayó.
Cuando México enfrentó la crisis sanitaria asociada con la influenza AH1N1, el Gobierno de Felipe Calderón optó por la cancelación inmediata de actividades. Esta decisión provocó problemas económicos para el país, en particular al sector turístico, el cual vio la cancelación de viajes y reservaciones a los principales destinos vacacionales de México.
Para Ortiz Arellano, este antecedente explica el mensaje de López Obrador, en particular en su intención de mostrar que su administración atiende la crisis de manera correcta.
«Esto puede explicar que, mientras gobiernos como el de la Ciudad de México han optado por paralizar actividades, la preocupación de carácter económico para el Gobierno federal es más importante porque existen personas que no pueden encerrarse en sus casas durante la contingencia, simplemente porque viven al día«, destacó.
El académico de la UNAM advierte que esta estrategia puede tener costos para el presidente mexicano. «Hay una fuerte presión por parte de la opinión pública, hay críticas a nivel internacional sobre el manejo de la crisis en el país, lo cual puede generar un costo político para López Obrador. Para algunos sectores esto da una imagen de irresponsabilidad e inacción, cosas hasta cierto punto exageradas. Se han tomado medidas pertinentes, pero este Gobierno está sumamente preocupado por el aspecto económico y social, por el pánico y desazón que una crisis puede producir. Sin embargo, la falta de medidas extremas puede ser costosa para la imagen del Gobierno».
A su vez, Gutiérrez Márquez opina que «la actitud del Gobierno podrá verse como demasiado laxa, pero el presidente ha tratado de tranquilizar a la población ante la epidemia para evitar que la histeria se expanda. Más allá del manejo técnico, que puede ser más adecuado, la tranquilidad que pretende comunicar el presidente puede ser benéfica en estos momentos».
Estas perspectivas coinciden con la opinión de expertos como Jean Marc Gabastou y Cristian Morales Fuhrimann, responsables de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en México, quienes han respaldado en términos generales las acciones del Gobierno de López Obrador ante la crisis asociada al COVID-19.
En entrevista con el diario El País, Morales Fuhrimann acentuó que las autoridades han aprendido del manejo dado a la pandemia en otros países, al punto de comenzar las acciones para los casos donde se han registrado contagios comunitarios —un aspecto hasta ahora no corroborado por el sector Salud mexicano—. Asimismo, Gabastou elogió la reacción de México, particularmente para habilitar laboratorios capaces de brindar el diagnostico de la nueva cepa de coronavirus.
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