Isabel Cajal Díaz
Es indiscutible que todo el tsunami que está levantando las declaraciones por episodios de Emilio Lozoya, conocido ahora y debido a la figura de presunción de inocencia, como Emilio “L”, quien ha estado moviendo los endebles pilares del yunque de la ultraderecha que, por un lado se asume como combativo y altamente un contrapeso frente al partido morena, que posee la mayoría en ambas cámaras y cuyo candidato en el 2018, el presidente Andrés Manuel López obrador emanó de sus filas, siendo presidente de dicho partido en aquel momento.
Bien es cierto que, en la arena política, cuya ciudadanía está más informada, la cuenta regresiva de cara a las elecciones de 2021 está por comenzar para todos los actores y partidos, a quienes se les acortan los tiempos y en estos momentos no desearían que obstáculo alguno se interpusiera en su camino.
Desde luego que, todos los partidos políticos están dispuestos a obtener la mayoría en el congreso y en ese sentido, las alianzas estarán presentes. Lo interesante será saber cuáles, para qué serán y hacia qué objetivos caminarán.
Se disputarán entre otras cosas, gubernaturas, diputaciones locales, presidencias municipales y 500 diputados federales, de los cuales 300 son por la vía relativa y 200 “plurinominales”. Como verán, no es cosa menor.
El PAN por su parte, lleva un lastre cargando desde el año 2000, con el pésimo desempeño de un corrupto, distraído y extraviado Vicente Fox y ni qué decir del gobierno violento, represor y destructor de Felipe Calderón, cuyos resultados sabemos de sobra.
Dicho sea de paso, Felipe Calderón se ha convertido en el estigma del PAN, como Gustavo Díaz Ordaz y Carlos Salinas de Gortari lo son para el PRI.
Y si esto fuera poco, ahora se destapa la lata de gusanos de la mal llamada reforma energética, cuya creación y aprobación está cimentada sobre una montaña de corrupción a través de moches repartidos a diestra y siniestra por el gran ejecutor, el ahora “testigo colaborador”, Emilio “L”, quien comenzó a dar nombres de siete legisladores entre ellos y el principal: Ricardo Anaya, quien encabezaba la mesa directiva de la LXII Legislatura en 2013, como presidente de la misma. Un Ricardo Anaya cuyo partido, el PAN impuso y presentó como su candidato estrella en la contienda electoral del pasado 2018 y que estuvo envuelto en el escándalo de la compra-venta de unas bodegas en un parque industrial en Querétaro.
Es indudable el lastre que representan los malos políticos y gobernadores, emanados de estos partidos que han terminado de hundir a México en deudas e inseguridad, convirtiendo a nuestro país en un baño de sangre y que, en las pasadas elecciones estuvieron a punto de quedar extintos, dado que en el ánimo de la población fue ya no verlos figurar en el mapa político, puesto que han sido los más corruptos e ineptos para la toma de decisiones que debieron impactar de manera positiva en el rumbo del país; en medio de todo eso, explota el escándalo del video donde están implicados panistas tales como Guillermo Gutiérrez Badillo, quien hasta hace unos días se desempeñaba como secretario particular del gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, mismo que lo separó inmediatamente de su cargo, como si eso fuera suficiente para sacudirse todo el esquema de corrupción que invade y representa al partido de cuyo escombro sólo se escuchan los gritos agónicos de los golpistas como Mariana Gómez y Marko Cortés, quienes se dedican a señalar con dedo de fuego los “desaciertos” de este nuevo gobierno utilizando un recurso tan ruin como lo es la infodemia, viven en el autoengaño de suponerse una oposición digna y con altura política, nada más lejos de eso.
Otro de los implicados en dicho video es Rafael Jesús Caraveo Opengo, quien en aquel entonces fungía como técnico de la comisión de administración del senado, cuyo presidente de dicha cámara, era Ernesto Cordero. Sí… ambos panistas.
Es importante mencionar que, si bien dicho video no tiene aún carácter de elemento probatorio presentado por el testigo colaborador, el impacto político y sus consecuencias tendrán que reflejarse forzosamente en los resultados electorales.
Paralelamente, están las declaraciones del testigo colaborador, donde señala, entre otros a Ricardo Anaya quien, de acuerdo a Abel Barajas en el diario reforma: recibió 6.8 millones de pesos para promover e impulsar entre las bancadas, la aprobación de la reforma energética que, según ellos, traería progreso, empleos y desarrollo para las familias mexicanas. Otros panistas señalados por Emilio “L” es el propio gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez; Jorge Luis Lavalle y Salvador Vega Casillas, ambos senadores de aquella legislatura.
El PRI no se queda atrás: el testigo colaborador, señala a David Penchyna, senador en aquél entonces por ese partido.
Aunque en la LXII legislatura fungía como senador por parte del PRD, también se menciona a Miguel Barbosa, hoy gobernador en el estado de puebla. Y así seguirán decantándose los nombres de otros miembros de los diferentes partidos.
Sería bueno recordarle a los prianistas que no sirve de nada decir que quien sea culpable se le castigue y que caiga todo el peso de la ley, tampoco “negar categóricamente” las implicaciones que pesan sobre ellos y mucho menos expulsar de sus partidos a quienes no se han conducido con decoro y honradez, puesto que la credibilidad se les desquebrajó desde tiempo atrás y que las mexicanas y mexicanos simplemente estamos hartos de sus discursos escritos sobre las rodillas porque carecen del respaldo de los hechos.
En medio de este panorama y con una pandemia como obstáculo para el ejercicio proselitista, vale decirle a morena que está en un momento coyuntural donde puede aprovechar el derrumbe político de estos partidos, para fortalecerse desde su núcleo y consolidarse como un partido fuerte y vigoroso, con miras de servicio a la población, porque política es eso, desempeñar un quehacer ordenado para el beneficio nacional. Morena también debe limpiar sus filas para que surjan los mejores cuadros políticos, gente con honradez y honestidad como bandera y con visión de servicio.
Ya veremos al final, los resultados y el nuevo rostro político sobre el que, nuestro presidente: Andrés Manuel López Obrador caminará los siguientes años.
Isabel Cajal Díaz
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