En mayo de 2011, las conversaciones comenzaron en secreto en México entre un conocido asociado de Los Zetas y Manssor Arbabsiar, operador de la fuerza Quds, el temido grupo de élite iraní que comandaba el poderoso general Qasem Soleimani. La negociación conduciría a planificar una detonación C-4 en un restaurante de Washington DC frecuentado por el embajador saudí Adel al-Jubeir. El agente de las Fuerza Quds no sabía que la persona con la que estaba tratando era elemento encuubierto de la DEA.
En el transcurso de los meses, varias reuniones clandestinas tuvieron lugar en México para planear ataques contra la Embajada de Israel en Washington, además de las Embajadas de Arabia Saudita e Israel en Argentina. También se trazaron nuevas rutas de tráfico de opio entre Oriente Medio y México.
En julio de 2011, Arbabsiar regresó a México para continuar reuniéndose con el informante de la DEA. Explicó que sus jefes en Irán tenían planes para más violencia, además del asesinato del embajador saudí. El 14 de julio, el informante le dijo a la DEA que Arbabsiar reclutó a cuatro hombres para llevar a cabo la trama y cobraría un total de $ 1.5 millones de dólares. Los pagos anticipados de casi $ 50,000 fueron transferidos a una cuenta bancaria controlada por el FBI en un acto abierto de validación de la conspiración.
En octubre de 2011, el agente Arbabsiar y un miembro de la Fuerza Quds con sede en Irán, Gholam Shakuri, fueron arrestados por agentes federales. Los dos hombres fueron acusados de conspiración para asesinar a un funcionario extranjero, usar armas de destrucción masiva y conspiración para cometer un acto de terrorismo, entre otros. Arbabsiar luego confesó los cargos y, según los informes, cooperó con las autoridades.
Si bien la trama frustrada se consideró un éxito para la DEA, el FBI, hubo quienes destacaron la suerte que tuvo el gobierno de los Estados Unidos de que la persona reclutada por el agente de la Fuerza Quds de Soleimani fuera un informante federal. La operación también solidificó el hecho de que los patrocinadores estatales del terrorismo tenían una propensión a trabajar con cárteles mexicanos.
El esfuerzo por abrir una nueva vía de contrabando entre Oriente Medio y México generó más preocupación. Hoy, los cárteles se han expandido a Europa, Australia, Nueva Zelanda, China y Rusia.
A fines de 2011, en pleno gobierno de Felipe Calderón, esta investigación fue el motivo por el cual el congresista estadounidense Michael McCaul dirigió el primer intento de designar a los carteles mexicanos como Organizaciones Terroristas Extranjeras, que finalmente fracasó.
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