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jueves, diciembre 12, 2024

El fascismo chafa de AMLO

Selección del Editor

Chairizard


Creo que fue el viernes pasado que el periodista Alfredo Lecona (¿quién?) compartió una infografía de Pictoline sobre fascismo, y con ella daba a entender que en México estamos experimentando un régimen similar al periodo presidencial de Donald Trump o incluso uno de carácter totalitario como los que se dieron en la primera mitad del siglo XX.

La mayoría de las respuestas y los tuits citados que alcancé a revisar eran para pendejear a Lecona. No obstante, varios se fueron con la finta y trataron de ajustar con calzador cada una de las características que mostraba la infografía. El asunto es que, aunque ésta se basa en Ur-fascismo, un ensayo de Umberto Eco, el mismo autor reconoce en su línea introductoria que el término puede adaptarse a todo y que muchas de sus características se contradicen. Además, Eco enlista en ese escrito catorce señales, no doce, por lo que no sólo es una infografía ambigua a propósito, sino que presenta información incompleta.

Si nos ponemos pragmáticos, “fascismo” es la palabra usual para referirse a todos los regímenes totalitarios de derecha, en los cuales el gobierno actúa de manera violenta contra la población en aras de mantener un orden social que proteja y beneficie a la clase dominante. Pero no olvidemos que hablamos de la derecha, así que hay que agregarle clasismo, racismo, xenofobia, homofobia, dogmatismo religioso y demás actitudes de desprecio hacia aquello que represente una amenaza hacia el statu quo burgués. Así, lo que podemos apreciar es un modelo intolerante que no teme aplicar el uso de la fuerza a quien se salga del huacal y así mantener a un dirigente.

Ya los veo venir: “Es que López es un fascista porque censura y reprime, vas a ver cómo en 2024 va a modificar la Constitución para reelegirse. México será una dictadura, chairo resentido”. Ese burdo y visceral discursito es la estrategia que a últimas fechas ha construido el prianismo: ya que esos dos partidos no van a cambiar, hay que hacer que AMLO se vea peor que ellos. Se trata de una estrategia enfocada en la imagen, uno de los pocos intereses genuinos de la actual oposición. Por eso es común ver que, a partir de la desinformación, la carencia de matices y el golpeteo constante, se quiera moldear en el imaginario colectivo mexicano a Andrés Manuel como el dictador más terrible que ha visto la humanidad en toda la historia.

Pero bueno, démosle el beneficio de la duda a los detractores de nuestro cabecita de algodón. Comparémoslo con otros líderes fascistas: Benito, Adolfo, Francisco y Augusto. Ellos censuraron, capturaron y ejecutaron a periodistas opositores. AMLO les responde las “críticas” en las mañaneras y todos tienen algún espacio en medios desde el cual siguen expresándose. Ellos torturaban a los opositores antes de asesinarlos. AMLO les dice “conservadores” y “fifís”. Ellos eran racistas. AMLO prometió bajar la edad de jubilación para los pueblos originarios porque han sido un sector marginado durante décadas. Ellos recurrieron a las fuerzas armadas y policías secretas para reprimir cualquier manifestación social. AMLO recurre al ejército para labores extraordinarias dado que el contexto de alta criminalidad y la presencia del narcotráfico dificulta el quehacer de los (corruptos) cuerpos policiales. Ellos prohibieron la libertad de culto. AMLO es guadalupano y eso no ha sido pretexto para que todos los mexicanos profesen la misma fe. Ellos llegaron tras un golpe de Estado. AMLO asumió el cargo al ser elegido democráticamente… La forma de gobernar de López Obrador puede no ser del agrado de sus rivales políticos ni de quienes lo desprecian profundamente, pero de eso a calificarlo de fascista hay un trecho gigantesco. De hecho, nos han vendido a nuestro viejito como un tirano omnipotente capaz de controlar al mundo, y con la breve revisión de unos renglones arriba es claro que nos estafaron. Típico de la derecha.

Tal vez mi definición de fascismo puede no ser la más precisa, y por ello me parece importante que entre todos construyamos una que sirva de común acuerdo. Mientras tanto, hay que pensar que, si bien no vivimos bajo el fascismo, no significa que no exista entre la clase política opositora. Pero eso lo dejo para otra ocasión.


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